domingo, 11 de junio de 2023

¿Y ahora qué?

 

 

Suena a la madrugada el teléfono e inmediatamente sabes que algo no está bien. Sabíamos que la noche que cerraba en la ciudad había un evento y que podría haber la posibilidad de alguna pelea, encuentro infortunado o demás que terminara con heridos o algo peor. Al contestar la llamada efectivamente algo había sucedido, no nos contaron de heridos, no nos contaron de muertos, nos contaron de algo que nunca pensamos llegar a ver: un robo a Casa Roja. 

Empiezan los mensajes, las conjeturas, las rabias, la impotencia: ¿Qué pasó? ¿Cómo fue posible? ¿Pero y quienes estaban allí? ¿Cómo así?

Leyendo opiniones encontramos quienes ya habían anunciado internamente que la acción en contra estaba cantada, en qué hotel se habían hospedado quienes lo harían, que el día de ayer iban a atentar contra Casa Roja, otros que dicen que por culpa del concierto fue que esto sucedió, que por el concierto se vendió la seguridad, que la dirigencia sabía todo y no hizo nada, que se pudo haber prevenido si se hubiesen aceptado sugerencias de aquellos viejos sabios que algunos tildan que abandonaron, otros que dicen que no es momento de hablar… 

Durante años en el “gremio” de las barras se ha denotado siempre a Casa Roja como un fuerte invulnerable, siempre vigilado, siempre dotado para responder ante cualquier motivo… ¿anoche que sucedió?

Recordábamos conversando a la madrugada una consigna fundamental que se aprende de padres y abuelos: “Si se va de paseo, eche bien llave, que no se le metan los ladrones”. Pues anoche, ni llave, ni vigilancia, ni un perro que ladrara, antes se cree que sí un perro que batiera la cola, un perro que recibió galletitas para dejar pasar, para que dejaran hacer lo que hicieron, un perrito que hoy seguramente está con ojos de melancolía tratando de decir que no fue, cuando sí pudo haber sido.

Como dicen otros, es hora de voltear la página, de asumir (quien tenga que asumir) la parte infortunada de esta historia que ahora se contará, de asumir el futuro que se viene, de replantear una estrategia. También es hora de rendir cuentas, es hora de organizarse para retomar rumbos y reconstruir otros.

Como Colectivo Americano Omar Caicedo, que no actuamos como barra, que no tenemos alguna injerencia en las decisiones de la misma, y que nuestro objeto es resaltar la memoria de la histórica de la mecha, entendemos que hay que actuar. Por ello invitamos a que se realicen los balances correspondientes, que se asuman responsabilidades y un rumbo que nos conduzca nuevamente por la senda de lo que debe ser LA BANDA DEL DIABLO: la más grande del país. 

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