Les dejamos esta nota para que los barristas e hinchas en general
reflexionemos sobre el papel que nos han asignado los "dueños" del
fútbol colombiano. No podemos seguir haciendo el papel de "idiotas
útiles", como fanáticos del fútbol debemos exigir respeto y garantías.
Se llamaba Juan Fernando Rodríguez, tenía 26 años, era hincha de
Nacional y lo degollaron con 15 puñaladas el sábado pasado en un hostal
cercano al Rimac, Perú, en un caso en el que las autoridades peruanas
detuvieron a una pareja colombiana y aún no aclaran la razón del
asesinato.
Juan Fernando vivía en Kennedy, al sur de Bogotá, y pertenecía a
Nación Verdolaga, la escisión en Bogotá y otras ciudades del interior
del país de Los del Sur, otrora la barra brava más organizada del país,
que por luchas internas por poder y regionalismo ahora tiene una serie
de células que se enfrentan unas con otras.
Él, como otros integrantes de Nación Vardolaga, Los del Sur y otras
barras del verde, viajó hasta Buenos Aires hace unos meses para ver
jugar a su Atlético Nacional frente a Vélez Sarsfield y decidió quedarse
conociendo el sur del continente, una posibilidad que sólo pudo tener
por estar precisamente en una barra. De regreso a Colombia pasó por Lima
y ahí, en un hostal, fue asesinado vilmente.
Hoy su abuelo, su único familiar, no sabe cómo hacer para traer su
cadáver desde Lima pues no tiene el dinero para hacerlo, y la barra a la
que le dedicó casi toda su vida hace colectas para ayudarle mientras
espera que se solucione un caso del que no se obtendrá mayor justicia.
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Tiene 24 años y su nombre no se los puedo decir por su solicitud. Es
un integrante de Rexixtenxia Norte, la barra brava del Medellín y, como
casi todos los hinchas del Poderoso, está aburrido de lo que pasa con su
equipo que el próximo año cumple 100 de fundado y hoy se encuentra con
el fantasma del descenso a cuestas.
Recuerda con algo de frialdad a los tres “compañeros” que murieron
por ir en un camión hacia Neiva acompañando al equipo en febrero pasado y
dice que ellos, como otros más cercanos que murieron en enfrentamientos
con otras barras, “alientan desde el cielo”. Me recrimina porque los
periodistas sólo le paramos bolas a los muertos de la barra cuando hay
accidentes como el del camión, y pienso en el caso de Juan Fernando.
Trato de generar una confianza que no me da, pero le suelto unos
datos oscuros que me han contado sobre el manejo dirigencial en el
Medellín. Me da su versión (todos tienen una), abre la puerta a la
conversación y le pregunto por qué si hubo un movimiento de hinchas
exigiendo la salida del expresidente Osorio Ciro y la democratización
del club (los de #DIMdelPueblo y Te quiero rojo), la Rexixtenxia nunca tuvo una voz clara al respecto. Calla…
Seguimos hablando de los muertos de la barra, los que “alientan desde
el cielo”, me cuenta un par de historias lúgubres de violencia en los
barrios periféricos de Medellín y de pronto me suelta una bomba: “El
Mono tiene amenazados a los capos”. Le pregunto quién es ese “Mono” y me
dice que es una ficha de Douglas…
Alias ‘Douglas’, más conocido como José Leonardo Muñoz, fue capturado
el 15 de abril de 2009. Era uno de los jefes de la “Oficina de
Envigado”, una de las organizaciones criminales más temibles del país, y
esta es la hora en que su vinculación con el DIM sigue siendo un
misterio pues no aparece en un solo papel. Sin embargo, acá lo puede ver en un video en el palco del estadio de Tunja
viendo un Boyacá Chicó vs. Medellín del 2009 y, según el barrista con
el que hablé, sus secuaces tienen amenazados a los líderes de la
Rexixtenxia para que nunca se revelen contra la institucionalidad del
Poderoso.
Por cierto, el DIM, que la semana pasada estaba en quiebra mientras
su nuevo presidente anunciaba deudas por $18.000 millones, esta semana
lleva ya cuatro refuerzos importantes. El equipo no fue vendido, pero la
gestión de Julio Roberto Gómez parece que traerá nuevos patrocinadores.
El caso es que, a pesar de las deudas y la crisis, de nuevo hay plata…
al barra de la Rexixtenxia que me habla poco le importa el origen de los
dineros: “nosotros alentamos en las buenas o en las malas”, me dice.
Parece que las amenazas de un narcoparamilitar son lo de menos cuando te traen jugadores.
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Seguramente el video ya lo vio. Un grupo de hinchas de Santa Fe iba
en sus buses rumbo a Itagüí para ver el juego frente a las ‘Águilas
doradas’, y en el retén de Guarne pasaron cosas extrañas: la Policía se
metió a los buses cuando los acuerdos entre barras y la “autoridad”
hablan de que para las requisas se tienen que bajar los viajeros y ahí
sí los agentes pueden entrar al vehículo. “La ley” fue agresiva con
hombres y mujeres como se ve en el clip de abajo y luego, para rematar,
antes de entrar al estadio le destruyó tambores, bombos y banderas a
unos hinchas a los que no se les encontró nada.
“¿Cómo quieren evitar la violencia con violencia?”, me escribió en
Twitter una seguidora cardenal… y algo tiene de razón. Acá va el video:
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Tres historias de tres barras diferentes pero con un denominador
común: violencia y desinterés general. Claro, no son peritas en dulce,
suelen ser generadores de violencia y controlarlos fuera del estadio es
prácticamente imposible, pero cuando uno se toma el tiempo de hablar o
de mirar lo que pasa en una barra brava se encuentra con verdades tan
crudas como el “yo nunca tuve papá, mi papá es la barra”, que me dijo un
integrante de Comandos no hace mucho en un taller de literatura y
fútbol organizado por Idartes en Bogotá.
Son jóvenes, la mayoría son muy pobres, con poca educación y se saben
tan poco importantes para la sociedad colombiana (que sólo los ve
cuando generan malas noticias), que asumen constantes posiciones de
absoluto menosprecio por la vida. A fin de cuentas, ellos saben que a
para la gran mayoría de nosotros el lema parece ser que a los barras se
los lleve el diablo y no puede ser así: el problema es de todos, de las
autoridades locales, de los clubes que los tienen como respaldo, de los
medios que los satanizamos y del entorno mismo en el que un joven de 15
años el único respaldo que encuentra en la vida es unirse a un grupo
para odiar a otro.
No tengo respuestas ni soluciones para el cambio, pero algo hay que hacer. Lo primero, creo, es plantearlo.
Tomado de: http://blogs.golcaracol.com/gotasdeveneno/2012/07/05/y-a-los-barras-que-se-los-lleve-el-diablo/
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